Por jesus
moises Delcid.
Siento el delirio de plasmar ideas en letras y
esas letras en palabras. No procuro escribir con la seriedad y formalidad de
los genios literarios sino más bien como un chiquillo travieso que se divierte
en el juego de tejer ideas en palabras. No escribo para encumbrarme en la
soledad petrificante de verdades trastornadas en dogmas, escribo de cuestiones
humanas que trasminan en sentimientos, en recuerdos y en asombros. No pretendo escribir
para vivir, todo lo contrario, mi ansia es vivir para escribir.
El sabor de las palabras estriba en la conjunción
de lo esencial de los conceptos con la experiencia de la vida, en el sentido
hacia la verdad. Es que lo que se manifiesta encontrando lo extraordinario en
lo ordinario. Es tomar en cuenta cada detalle significante. No son las musas,
ni las aventuras oníricas que me despiertan algunas noches, lo que expreso en
mis líneas es aquello que me produce una leve sonrisa o una sonora carcajada al
releer lo que escribí en un algún momento. La risa es lo más relevante y a veces lo oculto entre mis escritos. Repito
no escribo para encumbrarme escribo para divertirme por que siento divertida la
vida.
Así como lo agridulce se da en algunas
golosinas que disfrutan los pequeños, así mis obras agridulces son golosinas
sensibles – eidéticas que se saborean en el corazón y en el alma de quien me
lee.
El ejercicio de escribir es divertido como el de
leer es asombroso, siempre se encuentra con algo que no se había percatado. Es deslizarte
suavemente por las palabras impresas y estas se transmutan a conceptos que
explotan en el intelecto sorprendiéndonos e informándonos y sobre todo cultivándonos.
No escribo para discutir, escribo para
encontrar amigos. Cofrades que disfruten de la diversidad de pensamientos para
crecer como personas de manera amable. Por que la mayoría de quienes discuten
lo realizan más por ego que por apego a la verdad, ¿de que sirve la polémica cuando
el fin es el protagonismo y no el saber o el disfrute intelectual?
El chispeante medio textual que cautiva al
lector es la piedra fundamental que busco en lo que hago. El divertimiento en
las jugarretas literales es mi estructura aparentemente desordenada pero que
por el contrario conlleva un orden amistoso que no trate de causar una fácil conmoción
si no un golpe de gracia en la intuición del leyente.
La perfección me agobia no me encuentro en
ella, la diversión sustanciada con verdad o con gracia me sostiene ante el ordenador
para llevar a cabo cortas empresas literales, que aunque son pequeñas trato de
decir mucho con poco. Para mí es mejor una breve línea divertida y contundente
que un libelo desabrido.
La saturación de formalismos mata la atención
del agobiado lector que debe someterse a la autoridad del autor, quien no deja
en muchas ocasiones lugar para la crítica o para aceptar errores. Un escritor
también se equivoca, no es un artífice infalible y el no aceptar dicha característica
es lo que da ocasión que se forme monstruos soberbios más allá de cualquier
apelación o contrariedad. El escritor imperfecto es aquel que no se acepta
formalmente como alguien así. Es mas bien el que humanamente se desenvuelve con la desfachatez de alguien
que quiere manifestarse ante los demás de manera aunque sensata pero ocurrente.
Sin caer en los excesos porque son dañosos por sus aberraciones e incoherencias.
Como en
muchas cuestiones en la vida no hay que tomarse demasiadamente en serio sino conscientemente
humano. En la búsqueda esencial y existencial del conocimiento de su ser y su
naturaleza.
La creatividad va a enlazada a la alegría de
operar con elementos en un orden de conocimiento, por que sabiendo el fin de lo
que se hace y cuidando del medio de lo que se ejecuta se consolida el arte del hacedor o ejecutante.
Lo divertido no esta peleado con el intelecto
por el contrario lo intelectual y lo divertido deben colaborar en muchas
cuestiones para alcanzar metas que de otra forma resultan tediosas en
insalubres.
El escritor imperfecto es aquel que escribe de
lo que vive y no el que pretende vivir de lo que escribe.