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martes, 25 de julio de 2017

El actor y el personaje.

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moises del cid

Reinventarse así mismo es una metamorfosis muy dura. Cambiar lo establecido, lanzarse a la aventura sin intentar mantenerse en la zona de confort. Despojarse de quien has establecido como tú para encontrar aspectos desconocidos hasta entonces. Artista que deambulas en el escenario de tu creatividad, podando lo innecesario y probando nuevos proyectos que realizar, eres persona que lucha constantemente contra el alter ego que fabricas y que en un descuido se atraganta de tu esencia personal,  ante lo exterior, pasando a ser lo que los demás reconocen en ti.


Debes ser cuidadoso y navegar con ese aliado que, ante  un descuido, puede ser tu peor enemigo. Comes por el pero no vives por él. Al contrario esa silueta vive por tu creatividad.


Ser y personaje, humano y figura, ente real y ente lógico. Danzas entre la realidad y la ficción adornando verdades con sutiles figuras carismáticas. La careta suplanta a la persona y se desata en el escenario en cabriolas estéticas y absurdas para estallar en la máxima expresión y así captar el asombro del espectador. Pero al terminar el show el maquillaje se desprende, el vestuario bizarro se despluma, desnudando al humano, al creativo y al actor.  


Y al día siguiente el actor se lanza a la búsqueda de una nueva faceta creativa. Concibe o aborta nuevas figuras hasta dar con algo sublime que lo motive a desarrollarse y nuevamente se disfraza entre trazos ajenos a sí mismo pero que el público lo toma como tal.

Así es la vida del artista que da de sí para mostrar algo presente pero que pasa imperceptible a los demás, con ayuda del asombro. Para luego sostenerse fuera del acto siendo quien es y no confundirse con lo que los demás creen de sí.


El personaje es como la flor, bello o llamativo, que adorna la función pero que frágilmente muere al término de su función primaveral. Una figura frágil que se desploma cuando el actor se despoja de su personificación.
 

¡Ríe, Payaso,
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!


Vesti la Giubba.  ópera Pagliacci.