Por Moises
del Cid.
Como
todos los años hoy 30 de abril celebramos con gran estruendo mercadotécnico el
día del niño.
Este
festejo al que proclamamos como la celebración del sector mas inocente y
prometedor de nuestra sociedad el infantil realmente le hemos dejado poco espacio para que ejercite las cualidades mas representativas dela niñez que son es la
inocencia y la alegría.
La
sociedad moderna, con su celeridad, esta absorbiendo
todos los espacio en que los pequeños pueden utilizar su cualidad mas efectiva, que
es la imaginación. El espacio para jugar a sus anchas, el tiempo de ocio en el cual el niño puede realizar las mas emocionantes aventuras, que marcaran
su paso y desarrollará su creatividad verdaderamente con alegría de poder
estar haciendo lo que mas le gusta: jugar.
Los
tiempos actuales representan un agobio, si no se tiene en cuenta que la niñez
debe ser una etapa de inocencia y alegría por medio de la cual todo ser humano
se debe conectar y conocer el mundo en que vive mediante la curiosidad y el
asombro. Desgraciadamente los roles urbanos han coartado esta vinculación
proporcionando y exigiendo nuevas formas o niveles de desarrollo humano, con los cuales los demás objetivos, que como adultos sobrevaloramos de manera presuntuosa, los vuelven seres huraños, indiferentes,
agresivos y solitarios.
“Mi gran pesar en la vida es que mi infancia fue
innecesariamente solitaria”.
Truman Capote
Un ser
humano desde la infancia debe aprender sobre la vinculación y la convivencia
con sus semejantes mediante el juego y experiencias infantiles propias de la
edad. Claro siempre se debe cuidar el
respeto hacia los demás. Hasta los mas celebres intelectuales sienten algún
pesar que sobrellevan de una infancia truncada de juegos y libertad en divertirse a sus anchas corriendo, bromeando haciendo travesuras, teniendo esos
insuperables amigos de la niñez.
“No hay alivio más grande que comenzar a ser lo que se
es. Desde la infancia nos endilgan destinos ajenos. No estamos en el mundo para
realizar los sueños de nuestros padres, sino los propios”.
Alejandro
Jodorowsky.
La presión que ejercen algunos padres sobre sus hijos de manera
imprudente puede desencadenar en graves consecuencias de personalidad incluso
de resentimiento familiar, aversión a la sociedad, drogadicción, suicidio. Las
metas personales pertenecen a cada individuo y no es benéfico el traspasarlas opresivamente a
las siguientes generaciones si en los hijos no existe la vocación de
realizarlas.
Así que cada individuo debe seguir su propia existencia y no llevar un
fardo de frustraciones de sus predecesores que deseando lo mejor para él no reparan
que estas sean su inclinación voluntaria para realizarse personal y socialmente como
ser humano.
“Los días de mi infancia
transcurrieron de asombro en asombro, de revelación en revelación”.
Atahualpa Yupanqui
El elemento propio de la naturaleza
infantil es el asombro, ese aspecto que vamos perdiendo a través de los años
sea por decepciones personales y agobio de compromisos que vamos adquiriendo a
nuestro paso. Pero que en lo niños es el gran motivo para descubrirse así
mismos y al mundo que les rodea. Un niño no tiene miedo de demostrar y expresar
su asombro. Es naturalmente aficionado a maravillarse.
“Mi infancia no ha perdido nunca su magia, ni su
misterio, ni su dimensión dramática”.
Louise Bourgeois
Siempre
debemos guardar esa magia, esa fascinación por descubrir nuevas maneras de
conocer el mundo, de divertirnos en nuestra vida, de buscar nuevas facetas en
nosotros mismos. Como adultos hacemos las cosas con un fastidioso compromiso de
ser aceptados por rigurosos esquemas sociales, económicos, productivos,
pseudoartísticos. Que en nada ayudan a la expresión y realización humana.
Poco a
poco que vamos envejeciendo efectuamos una especie de aborto en nuestra
personalidad. Vamos extirpando esas cualidades infantiles que representan la
alegría, la curiosidad, la innovación, la diversión de hacer las cosas y de
convivir a los demás. Incluso perdemos la franqueza y sobre todo ese matiz
mágico de encontrar nuevas facetas de ver y vivir en el mundo.
Alguien
comento alguna vez:
Un niño siempre puede
enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre
ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea…a lo
que alguien mas agregó: hay también tres cosas que un adulto puede aportar a un
niño: amor, protección y ejemplo.
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