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jueves, 24 de mayo de 2012

Nietzsche y el caballo.



Turín, 3 de Enero de 1889
ese día el filólogo salio de su hotel y al dar unos pasos se percato de una escena en que un cochero daba de azotes a sus cabello por que este no quería caminar.


 Nietzsche se detiene de forma repentina. Observa como un cochero está golpeando sin piedad a su caballo. Se le enciende más su mirada y acercándose al cochero, le recrimina y se abraza al cuello del caballo golpeado y ahí, con la cara oculta entre las crines, llora amargamente.



Esa fría mañana de Turín en la que Nietzsche dejó para siempre de hablar.

Diez años de silencio y de locura le separan de la muerte.

Tiempo después, entrado el nuevo siglo y muerto Nietzsche, su obra permearía los estratos intelectuales de Europa y el mundo.

2 comentarios:

Armando Ortega dijo...

El amor ateo actúa y calla. El amor cristiano habla y habla y habla y habla y habla.... a gritos, por las calles, con micrófono, por la tele... hasta que te harta y te sigue hartando y hartando y hartando...

Anónimo dijo...

En el amor cristiano también se da el silencio