Por Jesus Moises Delcid.
Uno de los rasgos característicos de la sociedad actual es la cómoda adquisición de bienes y servicios. A diferencia de épocas anteriores, hoy en día, tenemos diversidad y abundancia de productos que podemos adquirir más por antojo y capricho que por necesidad. La palabra de “necesario” paso del aspecto de subsistencia hacia el de ostentación y presunción. Es por ello que el ejercicio del consumo se convirtió en una emancipación de consumismo. Una especie de ideología que funda un estilo de vida en acaparar objetos y bienes para construir una imagen de cómo queremos ser identificados socialmente.
Es como una forma de vida de querer obtener más de lo que se necesita. De construir una personalidad a base de lo que se puede tener de cualquier manera y a cualquier precio sin medir las consecuencias. Y que estas cosas accesorias se toman como un artificio para cubrir nuestras imperfecciones personales.
El consumismo es el deseo desmedido de querer tenerlo todo. Es la exageración misma de nuestro capricho de codiciar lo ajeno y presumir lo propio.
Si bien es una cuestión inherente de la naturaleza humana el poder adquirir cosas y servicios como beneficio de ingresos. También es importante el hecho de que nos debemos manejar con prudencia al efectuar un consumo inteligente de lo que deseamos adquirir, y no desbordar nuestra pasión por poseer cosas innecesarias y que en poco mejoran nuestra situación de vida y nuestra personalidad. Cayendo en un desmedido consumo que obnubila nuestra armonía personal y además nos desgasta económicamente. Quizás en estos tiempos de crisis financiera, por el que pasamos, nos ayude a reflexionar antes de comprar y reparar en aquello que deseamos obtener realmente, y que redunde en nuestro beneficio y no nos lleve a consumirnos anímicamente por querer ostentar algo que supuestamente nos de una calidad superior como personas. Hay que darnos cuenta del efecto de utilidad de aquello que queremos adquirir. Y estar consientes de que el valor del artículo sea congruente con su calidad de manufactura. Es decir ejercitar un consumo inteligente. Y no ahogarnos en un mar de deudas por no poder controlar nuestro deseo exagerado de adquisición es decir: el consumismo.
Hay quienes religiosamente asistimos todos los fines de semana a los santuarios comerciales, los cuales nos prometen cosas que serán la solución y darán sentido a nuestras vidas. Evitando ir mas allá de reparar nuestras faltas personales. Si bien la gran satisfacción que gozaremos en un principio se irá diluyendo al transcurrir de los días tras la supuesta necesidad de comprar otro accesorio que mejorará aun mas aquel viejo trasto que adquirimos días atrás. La compra desmedida nos lleva a una enajenación personal en fundar nuestra existencia en una imperiosa frase la cual reza: “compro luego existo”.
El consumismo es el signo representante de nuestra época por que la mayoría de las personas nos preocupamos exageradamente por obtener cosas que realmente no son indispensables. Fundamos nuestra felicidad en la continua adquisición. Sin entender a ciencia cierta por que compramos o consumimos.
Desde la comida, la ropa, los servicios vip, joyas, accesorios electrónicos, los créditos fáciles…y demás artículos de lujo nos desquician la vida por su obtención. Y el consumismo funda el criterio social de nuestra calidad de vida y de persona. “Si no obtienes lo que tengo realmente no vales la pena como persona”. Y nos desvivimos por querer demostrar algo que no somos realmente por el vehemente deseo de ser aceptados.
El consumismo se puede explicar como: “esa obsesión compulsiva de querer obtener lo que no se necesita y que realmente poco beneficia”.
Es realmente importante el reflexionar antes de comprar y de comparar aquello que deseamos adquirir por su calidad y precio. Es decir ejercitar un consumo inteligente y por ende realmente beneficioso. Y tener en cuenta que “lo que compramos debe ser un accesorio de nuestra persona y no que nuestra persona sea un accesorio de lo que compramos”. Es decir ubicarnos personalmente antes de comprar.
Como “seres pensantes” somos responsables de nuestros actos y decisiones y por ende de lo que adquirimos. “No eres lo que consumes si no más bien primero eres y luego eres responsable de la calidad y forma de lo que consumes”. Lo cual debe redituar en el beneficio personal y en un verdadero enriquecimiento de una honesta calidad de vida. No en una ciega tendencia de ambicionar lo ajeno o lo que no se tiene. La mayoría de las frustraciones personales surgen de la insatisfacción de controlar la constante necesidad o mejor dicho de la compulsión de querer obtener cosas.
Un rasgo importante que nos hace infelices es el de fijarmos mas en lo que no tenemos que en valorar aquello que es nuestro. Deseamos lo ajeno, nos alteramos por poseer aquello que realmente no nos compete acrecentando la ambición de consumir y consumirnos constantemente. Siempre queremos más. Esa es la visión de consumismo.
El consumismo representa una ostentación irracional hacia el derroche de recursos.
Hay que tener en cuenta en hacer un consumo inteligente y no caer en un consumismo irreverente. El ejercicio de la prudencia ante la adquisición.
El consumismo nos consume!!!
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