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viernes, 20 de septiembre de 2013

La aventura filosófica.




Moises del cid.


Muchos preguntan sobre la verdad de las cosas, pero a la mayoría se les pasa la curiosidad y vuelven a sus juegos.  Viajeros de ocasión que abandonan la aventura  antes de salir del pueblo,  el saber implica convicción.


La carga puede ser pesada o puede ser ligera según la resolución de tus pensamientos.  Pero al final la recompensa vale la pena, la congruencia y la claridad son las joyas que avalúan tus progresos.


 El salir de la caverna deslumbra con la luz del día. Nuestros ojos tardan en adaptarse, pero cuando ello ocurre, se admira el paisaje universal. Por la noche hay estrellas, por el día los caminos y el sol. Y  no faltan temporales que atasquen nuestros pasos y nos mantengan esperando el momento oportuno para salir de allí. Sí el saber fuera fácil cualquiera pensaría.


Los títulos y reconocimientos son reflejos sociales que poco definen quien eres. La esencia de ti mismo se devela en la ultima exhalación vital. Ya de viejo te das cuenta de que no eres ni tu nombre. El sabio se percata  que la mayoría de los hombres no saben,  solo creen saber.


Hay quienes hacen ciencia de lo accesorio, especulan solo del artificio ornamental,  lo externo. Pero  cuando el agua les llega a las rodillas corren a la orilla por no saber nadar. Y  lo peor es que no desean  aprender ni a zambullirse. Así  ¿como pretenden refrescar ideas y encontrar nuevos parajes intelectuales?  cuando no dan oportunidad para salir del confort de lo conocido. Puro ruido y pocas nueces, se quedan con las cascarás por no buscar frutos nuevos.


La vida es de los intrépidos, recitan los poetas.  El saber es de quien lo busca, olfateando paginas como ratón de biblioteca, andando caminos y remendando zapatos viejos con nuevas ideas.  Tus pasos te llevan al saber que te corresponde. Desechas el lastre, tan solo vagas con una bolsa como equipaje por que lo voluminoso entorpece la marcha.


  Para mirar las estrellas se debe conocer el suelo que se pisa, para no tropezar como el de Mileto.  La verdad en ocasiones sabe a cicuta y soledad.  El destierro de los justo por amor a la sabiduría y su vuelta triunfante en el  regreso a la vieja atenas. El saber como un fenix que perece y renace de sus cenizas a traves de los ciclos humanos. Hombres que su saber los convirtió en inmortales.


“Vuelve sobre tus pasos cuando te des cuenta que has errado en el camino”.  Es de fuertes reconocer el error y remediar lo dañado. No hay ser humano infalible, quien no haya metido la pata que lance el primer zapato. Por que duele reconocer la falta y se requiere vencerse a sí mismo para restaurar lo equivocado.


“Si no tienes verdad que te alumbre siempre andarás entre sombras”. Cualquier banquete te sabra desabrido y el vino te será amargo. Si no ejercitas quien eres  ¿como te reconocerás a ti mismo?


La información es como una madeja que al deserredarlas se vuelve conocimiento. El  fin del conocimiento es conocer sin perderse en explicaciones. El mejor aliado del saber es la sencillez.


Aunque no se alcance el saber total siempre lo que se recauda nos deja beneficiados. Por que la apatía es como quedarse dentro del cascarón por miedo o pereza de eclosionar. Con la ignorancia se vuelve  como las aves enjauladas, presas y viviendo de migajas, sin conocer el esplendor de sus alas.



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