Descartes trata
el tema de Dios por el método del pensamiento y lo valora como existente por el hecho de que puede pensarlo,
ya que algo limitado como la naturaleza humana no puede idear por sí misma algo
perfecto e infinito, por estar más allá de su carácter finito. Consideró que es
dios que siembra la idea de sí mismo en el hombre para que el ser humano pueda
captar la idea de algo más elevado y sobrenatural a su condición.
Este es su
argumento:
“Yo tengo la idea de perfecciones de las cuales
carezco. No tengo, por otra parte, el poder de dotarme a mí mismo de tales perfecciones.
Si tuviera ese poder, sin duda, me habría
adjudicado la perfección, puesto que todo bien claramente conocido mueve indefectiblemente
a la voluntad.
Si carezco del poder de concederme ciertas
perfecciones, que son atributos o accidentes, aún menos tendré la capacidad de
producirme a mi mismo, que soy una sustancia.
Luego, en consecuencia, he sido producido por
otro. Y ese otro es Dios”.
“Uno puede llegar a
fingir que Dios no existe pero lo que no podemos hacer es fingir que la idea de
Dios no sea real, sino que por el contrario, por ser lo único perfecto, la idea
de ese ser infinito es la más real de todas las ideas que poseo”.
“Mi pensamiento necesita de una realidad para construir una idea o representación de la cosa. Por fuerza, la idea de una sustancia infinita y perfecta, que es el efecto de una causa, tiene que provenir de un ser real que debe poseer tanta realidad como ella, o sea, la causa que la genera, es decir, Dios”.
“Mi pensamiento necesita de una realidad para construir una idea o representación de la cosa. Por fuerza, la idea de una sustancia infinita y perfecta, que es el efecto de una causa, tiene que provenir de un ser real que debe poseer tanta realidad como ella, o sea, la causa que la genera, es decir, Dios”.
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