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sábado, 17 de diciembre de 2011

Hiparquía de Maronea.

Esta mujer nació en Maronea , tracia se especula que vivió entre  346 a. de C., al 300 a. de C.


Hija de una de las familias acaudaladas,  con el tiempo llegaría a ser de las primeras mujeres que ejercieron la filosofía. Saliendo del formato al que estaba sometido el genero femenino en la sociedad griega clásica. Donde la mujer no era considerada en cuestiones ni políticas, ni civiles, ni intelectuales.


En su juventud conoció de la filosofía por influencia de su hermano y fue por medio de este que tuvo contacto con el filósofo  Crates de Tebas quien ejercía la escuela cínica en la que fue instruido por el mismo Díogenes de Sinope. llego a tanto la admiración por lo que este hombre despertó en Hiparquía que la joven se enamoro de el, y a pesar de las oposiciones que hacia Crates hacia la relación Hiparquía no desistió hasta unirse en pareja con el cínico. sellando su unión de manteniendo relaciones sexuales en uno de los  porticos públicos de la ciudad. Porque fue postulado propio de la escuela cínica el desprecio de lo convencional y de lo institucional.


En cierta ocasión durante una reunión alguien le replico por su osadía de filosofar no siendo esta una cuestión que pudiera ser ejercida por su condición de mujer:


¿Eres la que dejaste la tela y lanzadera?


A lo que sin empacho ella aludió: 

"¿Crees que he hecho mal en consagrar al estudio el tiempo que, por mi sexo, debería haber perdido como tejedora?”.


He aquí un ejemplo, de su carácter audaz y el desenvolvimiento intelectual, para confrontar a quien se oponía o juzgaba su vocación a profesar la filosofía.


De su obra entre cartas y tratados filosóficos no ha quedad vestigio, tan solo el reconocimiento de celebres personajes que dan referencia de sus anécdotas y enseñanzas pero que sirven en gran medida hacia la valoración de la mujer en el desenvolvimiento filosófico en la sociedad y en la historia de la humanidad.


Queda este epigrama, escrito por Antípatro, haciendo honra a esta mujer:


«Yo, Hiparquia, no seguí las costumbres del sexo femenino, sino que con corazón varonil seguí a los fuertes perros. No me gustó el manto sujeto con la fíbula, ni el pie calzado y mi cinta se olvidó del perfume. Voy descalza, con un bastón, un vestido me cubre los miembros y tengo la dura tierra en vez de un lecho. Soy dueña de mi vida para saber tanto y más que las ménades para cazar.»

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