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domingo, 4 de septiembre de 2011

El Trovador Halagado.


Por: Jesus Moises Delcid Robles.

Erase un trovador urbano artista de verso y guitarra, amo del canto callejero, sea en un camión, sea en una esquina o alguna plaza.

Improvisado cantor en miseria, quien cierto día cuando la limosna estuvo buena, llegó hasta el la puta del barrio. Viendo ésta que le trovador tenía a recaudo considerable botín,  azuzo en sus oídos palabras dulces  en modo coqueto y sensual:

“Que bello cantas, no se por que te dicen el cuervo si de tu boca fluye tan melodiosa voz”
El cuervo sorprendido por la coquetería de esa mujer se sintió halagado y henchido de gusto y vanidad.

Más la zorra viendo el regocijo del miserable limosnero prosiguió:

“De verdad cuervo, que si cantas tan bello con tanta distracción en una calle como esta. Juro por Dios que ha de ser más armonioso tu canto alejado de tanta perturbación. ¡Por favor cierra tus ojos y canta esa hermosa melodía que entonabas hace rato!”.

Y el adulado haciendo caso del consejo, cerro sus ojos y comenzó a canturrear una balada con voz desentonada y guitarra desafinada.

Y en ese instante la meretriz tomo el traste repleto de limosna y corrió ágilmente perdiéndose entre las calles.

El trovador de pronto abrió los ojos y cerro su boca al percatarse de la estafa.
Y quedo allí, solo y triste tan solo alcanzando a musitar:

“Nace un pendejo a cada minuto”.

De lo cual podemos entender que:” Hay que cuidarse de aquel que te ofenda pero hay que cuidarse más de aquel que te adula”.

Basado en la fábula: El cuervo y la zorra de Esopo.

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