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sábado, 26 de febrero de 2011

Diálogo

Diálogo
Por Jesús Moisés del Cid.



Llega un hijo con su padre y le dice:

-Sabes papá estoy harto de esta vida que llevamos.

Padre -¿y qué es lo que te disgusta de nuestra forma de vivir hijo?

Hijo -Pues esta pobreza. Siempre aguantar el deseo de tener algo que me guste, por que no alcanza el dinero.

Padre -La gente ordinaria aprecia más lo que no tiene, que lo que  posee. Por ello son infelices. Son hombres pueriles que lloran por aquello que no alcanzan sin ver los buenos bienes que están al alcance de su mano.

Hijo -¿y qué bienes son esos?

Padre -la familia, la amistad, el bien vivir, la paz del alma. ¡Ser feliz realmente!

Hijo.- esas son charlatanerías ¿cómo se va a ser feliz alguien que no tiene en abundancia lo que desea: dinero, buena vida, autos, fama, propiedades, placer? ¿Cómo?

Padre.- Bien, a esos hombres les pasa lo contrario de lo que buscan.
Porque pretenden ser felices por tales bienes materiales y sensuales. Pero con el tiempo se vuelven esclavos  de ellos, ya que su felicidad depende de los mismos. Y a cualquier embestida de la vida se desmoronan.

El amor a las cosas materiales y sensuales, se convierte en ambición, en un vicio que amasa fortunas pero vacía el alma. Y al final se es un pobre rico.

Pobre de espíritu (avaro, tacaño, frívolo, soberbio) y rico en bienes.

Y la buena vida a la que te refieres tan sólo es momentánea porque al satisfacer esos placeres, dicha satisfacción pierde su brillo e intensidad porque después se convierte en una rutina compleja y sin sentido.

A esa buena vida se contrapone el bien vivir. Aquel vivir en que se ejercita el espíritu y se fortalece el cuerpo.

No digo que la riqueza sea mala, cuando ésta sea un medio para mejorar verdaderamente tu vida y la vida de los demás.

Pero la riqueza es mala cuando se convierte en fin y dueña de tu vida. Cuando te entregas completamente a ella despreciando aquellos bienes importantes en los hombres:
La familia.
La salud.
La amistad.
El cultivo del alma.
La paz interior.
La inteligencia.
La verdad.

Hijo.- ¿Y por qué son más importantes esos bienes?

Padre.- Por que el hombre que de ellos carece es verdaderamente un hombre miserable, que tan solo ve “cuánto gana” de las cosas, y no ve el bien que puede contemplar, valorar y compartir de ellas.

Dicho hombre se olvida de la familia, de los amigos, de sí mismo, de su verdadero bien. Por estar servil a su fortuna.
La riqueza es buena cuando sirve para alcanzar la bondad y al provecho de las personas.

Hijo.- ¿Pero cómo sabes cuándo la riqueza es buena?

Padre.- Cuando estás atento a quién eres, lo que tienes y lo que haces.

Hijo.- ¿Cómo es eso?

Padre.-Sí, cuando te conoces verdaderamente y te sirves de lo que tienes para mejorar tu operar y condición de vida en aras de ejercitar tu alma y tu cuerpo en servicio y bondad de quienes te rodean.

Para trascender hijo.

Hijo.- ¿Y a mí de qué me sirve trascender?

Padre.- Por que en el trascender radica la diferencia del hombre sobre los animales.

Hijo.- Explícame.

Padre.-Tú tienes una pareja de perros y de ellos ocurre una camada, al tiempo los dos perros mueren y los perros de la camada se reproducen; entonces de los primeros perros no hay recuerdo y aprecio, no hay relación y no hay influencia para con los nuevos cachorros.

Hijo.- ¿Y con los hombres qué ocurre?

Padre.- ¿Te acuerdas de tus abuelos?

Hijo.- ¡Por supuesto!, Mamá tiene una foto de ellos, mi abuelo jugaba conmigo y me enseñaba muchas cosas.

Y aunque esté muerto lo aprecio, lo recuerdo y lo quiero mucho.

Padre.- Eso es trascender. Porque el hombre virtuoso es aquél que cuida que sus actos sean buenos y correctos. Y dicho hombre trasciende a las generaciones, es influencia y punto de referencia para otros hombres.

Es igual con los filósofos que vivieron hace miles de años y aún influyen en nosotros.

Hijo.- Pero los ricos también trascienden.

Padre.- ¡Claro! Todo hombre por tener alma trasciende e influye en otros, pero su riqueza es mayor cuando se ha cultivado con los buenos, con los justos, con los virtuosos y con los óptimos.

Por que ven proyectos que beneficien la cultura humana, no en pro de ganancias monetarias, sino en la grandeza del espíritu y el intelecto humano.

Ha ahí las pirámides, he ahí las catedrales, las obras de arte, los grandes libros, los grandes proyectos que aparte de su belleza y complejidad demuestran la magnificencia del alma y el saber.

Y ves que en este fin se sirve de la riqueza para alcanzar metas que cultiven y manifiesten el alma y la sabiduría del hombre.

Pero cuando ocurre lo contario, cuando se amasan fortunas con afán egoísta, los hombres se apartan del verdadero bien para perderse en el vicio de la ambición y el poder.

Son como los mausoleos que mencionó Aristóteles: “bellos, imponentes, majestuosos y lustrosos edificios de mármol por fuera. Pero  por dentro llenos de despojos, restos, desechos e inmundicias”.

Es igual en los hombres que se esclavizan a la riqueza hijo. En tales hombres las más brillantes apariencias pueden encubrir las más vulgares realidades.

Por que en esta vida debes alcanzar lo más digno de la naturaleza humana.

Hijo.- ¿Y qué es papá?

Padre.- El hombre tiene  tanto cuerpo como alma. Pero por el cuerpo están los sentidos y percibe lo sensibles y se manifiestan los sentimientos conmovidos en el alma. Y en el  alma reside el saber y el intelecto.

Respóndeme hijo ¿Cuál es el más noble de los sentimientos?

Hijo.- El amor, Papá.

Padre.- ¿Y qué es lo más noble del intelecto?

Hijo.- La sabiduría, papá.  ¡Oh!, amor y sabiduría.

Padre.- amor y sabiduría, eso es filosofía.

FIN.

1 comentario:

Educando en Casa dijo...

Lindo, cierto, verdadero, sabio. Un diálogo lleno de sabiduría, se lo leeré a mi hijo cuando crezca. :)