
moises del cid
Reinventarse así
mismo es una metamorfosis muy dura. Cambiar lo establecido, lanzarse a la
aventura sin intentar mantenerse en la zona de confort. Despojarse de quien has
establecido como tú para encontrar aspectos desconocidos hasta entonces. Artista
que deambulas en el escenario de tu creatividad, podando lo innecesario y
probando nuevos proyectos que realizar, eres persona que lucha constantemente
contra el alter ego que fabricas y que en un descuido se atraganta de tu
esencia personal, ante lo exterior,
pasando a ser lo que los demás reconocen en ti.
Debes ser
cuidadoso y navegar con ese aliado que, ante un descuido, puede ser tu peor enemigo. Comes por
el pero no vives por él. Al contrario esa silueta vive por tu creatividad.
Ser y personaje,
humano y figura, ente real y ente lógico. Danzas entre la realidad y la ficción
adornando verdades con sutiles figuras carismáticas. La careta suplanta a la
persona y se desata en el escenario en cabriolas estéticas y absurdas para
estallar en la máxima expresión y así captar el asombro del espectador. Pero al
terminar el show el maquillaje se desprende, el vestuario bizarro se despluma,
desnudando al humano, al creativo y al actor.
Y al día
siguiente el actor se lanza a la búsqueda de una nueva faceta creativa. Concibe
o aborta nuevas figuras hasta dar con algo sublime que lo motive a desarrollarse
y nuevamente se disfraza entre trazos ajenos a sí mismo pero que el público lo
toma como tal.
Así es la vida
del artista que da de sí para mostrar algo presente pero que pasa imperceptible
a los demás, con ayuda del asombro. Para luego sostenerse fuera del acto siendo
quien es y no confundirse con lo que los demás creen de sí.
El personaje es
como la flor, bello o llamativo, que adorna la función pero que frágilmente muere
al término de su función primaveral. Una figura frágil que se desploma cuando
el actor se despoja de su personificación.
¡Ríe, Payaso,
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!
Vesti la Giubba. ópera Pagliacci.
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