Por Moises Delcid
Homenaje a Diógenes.
Sucedió
hace mucho tiempo en una lejana ciudad que por cierta calle venía el hombre
prospero de la sociedad rodeado de un séquito (como es costumbre) de aduladores
(que nunca le falta a este tipo de gente).
Atravesaba
la comitiva por una calle estrecha, cuando a su encuentro apareció el mendigo
del pueblo, rodeado de una jauría de perros callejeros que lo seguían
mansamente. De pronto los amigos del hombre rico se abalanzaron sobre el
mendigo para abrirle paso a su patrón, al ver esto, los perros se lanzaron al
ataque a ladridos y mordiscos contra aquellos hombres. Los cuales al verse
superados en el ataque, y sin poder hacer más, corrieron despavoridos dejando a
suerte al hombre rico.
El mendigo,
al verse sin peligro, apaciguo su jauría y pasando de largo advirtió al hombre
rico:
“señor
cuídese del perro que ladra, pero cuídese mas de aquellos que le muerden sin
ladrar”.