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martes, 12 de octubre de 2010

La Democracia.

La Democracia.
Por Jesús Moisés del Cid.

El hombre es un ser que vive en sociedad, es un animal político, porque la vida en sociedad es parte de su naturaleza.

Ya que todo hombre se desarrolla plenamente en la convivencia y educación dentro de una comunidad de la que forma parte. Y dicha comunidad requiere de una buena forma de gobierno.

De acuerdo a los movimientos políticos que en la actualidad hay en nuestro país, y en vista de las pugnas ideológicas que se manifiestan durante las elecciones para presidente de la república, es necesario apreciar y valorar lo que es la verdadera democracia. Esta tan aclamada forma de gobierno.

Primeramente hay que aclarar que el fin de toda sociedad no es la economía, ni el dominio territorial, ni la influencia sobre otros países. Sino más bien es algo más trascendental e imperante en sus ciudadanos, el fin verdadero de toda sociedad debe estar enfocado hacia el buen vivir de los ciudadanos que la conforman.

Es cuidar el proceder humano para actuar conforme a la virtud y en el dominio de sí mismo en pro del bien común, con el respeto y el amor a la dignidad humana.
Por que es libre todo aquel hombre en el cual domina el equilibrio de su condición humana plena. Ya que es dueño de sí mismo.

Además del compromiso de todo ciudadano debe ser el de participar en la adecuada administración del estado. En ello se denotan factores importantes, la preparación moral y el desarrollo intelectual de parte de la ciudadanía. Ya que es contradictoria a la petición populista de exigir una administración de primer mundo actuando como ciudadanos subdesarrollados, la democracia requiere del compromiso social de quienes la conforman.


La función del gobernante es mantener el orden en la administración gubernamental y en la forma de vida de los ciudadanos. Es un gran reto para el cual se requiere de una gran preparación al ocupar dicho cargo, pero sobre todo se requiere de una buena cimentación moral, espiritual y cultural para desempeñarlo de manera contundente y cabal.

Definiendo pues la democracia es la forma de gobierno donde la población es poseedora del poder político, ya que su juicio y desición concede o rechaza las propuestas de los servidores públicos. Pero hay que aclarar que para que esto ocurra, se requiere de una población preparada, educada y comprometida con el bien común y apego a la verdad.

Cuando en el grueso de la población existen dudas sobre algún asunto relevante, es preciso buscar la consulta de aquel hombre verdaderamente preparado y de valor humano ya que este con su intelecto y digno proceder es el hombre óptimo, aquel que se distingue por su prudencia política y discierne bien y correctamente para asesorar sobre asuntos trascendentales en la sociedad. Por ello ante una elección siempre se debe buscar al mejor hombre, para que sea el electo.

La verdadera democracia es donde se distingue el orden y la estabilidad, aun a pesar de las diferencias personales e impera ante todo, la excelencia de los ciudadanos y su convivencia con acciones nobles. Toda sociedad en que no ocurra esto no es democracia ya que no es una comunidad equilibrada y armónica. Y se aduce a la falsa idea de elegir a un cargo público al hombre menos malo. Dicha propuesta es una mediocre y ofensiva burla a la disposición electoral de la sociedad.

El factor que es fundamental en el bien social es la constitución en que se rige. Ya que es una manera de dirigir a ennoblecer a los ciudadanos y por medio de una verdadera legislación que cuide el adecuado proceder cívico basado en la clara distinción de la naturaleza humana.



Es por estas razones que un proceso electoral se debe realizar en forma concienzuda y con seriedad ante la elección que vamos a efectuar, ya que nuestro voto forma parte de la participación en el sistema social en que vivimos y es un paso para obtener la forma de gobierno en que nos desarrollemos.

Y un valioso y antiguo consejo es:

“Gobernar sobre hombres libres es más bello y éticamente más valioso que gobernar despóticamente”. Aristóteles.


Es mejor la virtud personal del gobernante en sus pensamientos y en sus actos, que la fuerza con que pueda someter a sus gobernados.

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