Weimar, 17 de mayo de 1814
La puerta que con tanto estrépito cerraste ayer tras comportarte tan indignamente con tu madre ha sellado para siempre entre tú y yo. Estoy cansada de soportar tus malas maneras, me voy al campo y no regresaré hasta saber que te has marchado; se lo debo a mi salud, pués una segunda escena como la de ayer podría provocarme un ataque de apoplejía que quizá resultaría mortal. Tú no sabes nada del corazón de una madre: cuanto más amó, más dolorosamente siente cada golpe que le infiere la mano antes amada.
No es Müller, esto te lo juro ante Dios en quien creo te separa de mi, sino tú mismo, tú desconfianza, la censura que ejerce sobre mi vida y sobre la elección de mis amigo, tu desdeñoso comportamiento para conmigo, el despacio que muestras hacia mi sexo, tu negativa manifiesta a contribuir a mi felicidad, tu codicia, tu mal humor al que das libre curso en mi presencia sin la menor consideración hacia mi (....)
(....) y eso que nos separa, si bién no para siempre, sí hasta que retornes a mí en calma y buena disposición. En ese caso estaría dispuesta a acogerte con beevolencia(......)
¿Qué dirían tu padre si viviera, él que pocas horas antes de morir te encomendó que me honrases y que no me dieses nunca disgustos?. Si yo hubiese muerto y tuvieras que cértelas con tu padre ¿te atreverías a sermonearle? ¿Tratarías de detrminar su vida y sus amistades? ¿Acaso soy yo menos que éllos?
Deja aquí tu dirección pero no me escribas, a partir de ahora ni leeré, ni cntestaré a ninguna de tus cartas, llegados a este punto se separan nuestros caminos, escribo esto con profundo dolor, pero no queda otro remedio si es que quiero vivir y proteger mi salud(......)
No hay comentarios:
Publicar un comentario