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sábado, 19 de junio de 2010

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Por: Jesús Moises Delcid Robles.
moisesdelcid@gmail.com

El veneno de la sociedad actual y que lentamente atenta al bienestar personal es la comodidad. Ya que la proximidad de elementos, actitudes e instrumentos que nos facilitan las labores cotidianas han creando en muchos individuos una insana dependencia a ellos que en su mayoría hacen que pierdan la significación del esfuerzo personal hacia la obtención de fines personales, metas intelectuales y bienes materiales. Quedado estancados en el suave confort de una vida sin examen y de un ocio vacío que van manteniendo en un estad’io holgazan y sin sentido.

La bonanza y la accesibilidad a medios que aligeran el desarrollo de actividades tanto laborales, sociales y de dispersión en mucho de los casos hace que las nuevas generaciones no comprendan el valor de el esfuerzo realizado y el gran significado que lleva impreso a quien da lo mejor de sí mismo en la realización de una obrao hecho. Quedándose como solo expectadores de la sociedad y del mundo en su tiempo, sin tener en cuenta en ser protagonistas de su propia vida.

Principalmente la comodidad que nos rodea nos sirve mas bien como un aliciente a la enajenación de lo que hacemos y en lo que vivimos y radicalmente en lo que somos. Caemos en una rutina del hacer por hacer, perdiendo la trascendencia que nos da el sentido del Por que hacemos lo que hacemos o dejamos de hacer algo.

Dicha enajenación, que nos produce la exagerada dependencia de los medios y actitudes hacia la comodidad, nos lleva gravemente a la evasión de la realidad. Despersonalizando al ser humano en un desenvolvimiento aligerado del compromiso de sus actos y sus pensamientos.

Bien lo describió díogenes en la antigua grecia, quien se encaminaba lámpara en mano durante el día por las calles de la ciudad. Y que era cuestionado por su proceder ¿ que buscas diogenes? Y el respondía busco hombres. A lo cual le contrariaban nuevamente ¿ y nosotros que somos? ¡ustedes son solo sombras!.
Es claro el llamado que clama desde hace miles de años en la antiguedad hacia confort y la ligereza en la vida personal nos va trastornando en sombras de hombres absorbidos por la enajenación de nuestro vivir y por el exageradoestima a la tecnología, trocando nuestra realidad personal por una realidad virtual que se expande a todas nuestras relaciones humanas. En un avatar.
Poco a poco el hombre se va despojando de lo que és, al confeccionarse elementos virtuales no en un sentido de mejoramiento personal sino más bien de una vacúa estética y capricho personal. Al grado de rechazar una maduración personal, tan solo por retraerse a una actitud absurda, desenfadada e indiferente de sí mismo. Es decir en una personalidad pueril.

La negación de lo que se és. Es una de las disposciones que nos llevarán a graves crisis y que desembocarán en un profundo perjuicio social que desvanecerá en gran medida los rasgos de humanidad en nuestra convivencia . Así como nos convertiremos en seres brutos que rumiarán formúlas, palabras y opiniones que en nada y para nada tendrán un verdadero significado en nuestro vivir, sino que cumplirán un costumbrismo ligero y una hipocrita formalidad en nuestro saber corrupto y descarnado.

El hombre que desea transformarse ciegamente en una avatar, esta destinado a la desgracia por que al negarse a ser lo que es. Niega el verdadero tesoro que posee su humanidad y al negarse ésta no se atreverá cultivarla realmente y menos a disciplinarse en ser mejor. Por que al ser indiferente a su espíritu y al descarnarse en pos de digitalizarse perderá su compromiso de realización y mejoramiento personal y humano en pos de realizarse en un ser virtual digital por capricho personal.

La comodidad descuidada, es el veneno de nuestra sociedad actual. Si bien, dicha comodidad es benéfica y satisfactoria lo es en cierto punto y hasta cierto límite. Más el esfuerzo personal nos conlleva a la solución de problemas y a la superación humana ante la adversidad. Pero mediante que con el confort más que soluciones buscamos la evasión de los problemas y de la vida misma. Desligándonos de todo compromiso y responsabilidad que nos conmueva a ayudar al prójimo y a realizarnos como personas maduras y plenas.

La edificación humana, hoy en día, se trastorna en una enajenación humana. El hombre ya no contempla las estrellas con los pies en la tierra, más bien trastoca con su exagerado apego a la tecnología e imaginación desentonada, la realidad que le rodea en un esfuerzo por estar fuera de sí mismo.

¿Cuál es el nuevo sentido de nuestro vivir? Simplemente perder la conciencia de nuestro ser y nuestra existencia, en un ejercicio despersonalizante alienándonos de lo que somos, en un ligero pacer de nuestras vidas.

Que importa lo que llegue a suceder. Mientras no interrumpa nuestra ligereza y placer en la comodidad de nuestra vida digital evitándonos todo esfuerzo físico y espíritual.